"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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10-06 -2015 |
El despelote
c.e.r
”Tuve dudas y pensé que no era cierto, era cierto y pensar que tuve dudas....” canción de Larralde.
“Viera Ud. que esparramo de naipes y de latas por el suelo...!!!” De “ Declarando ”, poema de Serafín J. García.
Si el “decretito” a dos firmas (José “Pepe” Mujica y EFH) “por orden de autoridad y competencia” ha sembrado “el desbande” entre el “medio pelo”, la “intervención” de Amodio Pérez ha contribuido a aumentar el desconcierto hasta el grado de verdadero y criollísimo “despelote”.
Señalemos para los escasísimos lectores avisados (que los hay) que hay que hacer, luego del barullo, la “reconstrucción”. Paciente y concienzudamente.
Aquí, en este episodio actual…y los que vendrán…hay que andar “despacito por las piedras”.
Lo primero que conviene dejar muy claro es que el Sr. Amodio Pérez, es tan testigo válido, como cualquier otro. Tiene –tambien- sus “razones” que son diferentes a las de otros. Es por tanto un “testigo” autorizado.
Cuestión que les ha de pesar mucho a las diferentes vertientes de los “aparatistas”: los “oficiales”, los “perchados” y hasta los “disidentes”.
Aquí “se queman” varios libros y muchos autores. Más de una reputación se…hace humo!!!
Señalado esto que es básico y fundamental, intentemos ahora ordenar las cosas o “cuestiones”.
El nuevo texto de Amodio Pérez aparece en un momento especial de la realidad política uruguaya, el momento en el cual la ciudadanía toma conciencia de cierto decretito que se quiso hacer pasar “a escondidas” al final de un mandato presidencial.
Es un mensaje “sintético”, en el cual su autor presenta hechos: su supuesto libro, archivado en el gabinete político de un partido político y “escrito en papel de fumar” es falso. El original fue escrito en papel tamaño oficio. Alguien o algunos hicieron un cambiazo y archivaron una falsificación. La falsificación tenía como objetivo “eliminar” parte o partes del documento original que perjudicaban a ciertas figuras políticas. Tomarse tanto trabajo para hacer una falsificación “en papel de fumar” lleva a sospechar muchas colaboraciones.
Después, en el resto de esta “nueva” intervención se adentra en los aspectos “internos” de la historia política del viejo MLN-Tupamaros, donde enfrenta la “historia oficial” escrita por EFH durante el período en que éste fue el historiador e ideólogo oficial del mismo, o sea después del 1985 hasta la formación del MPP. El periodo llega hasta el 2004, fecha a partir de la cual comienza su declive de influencia política en la interna, que va a pasar a manos de un mero “referente” que nunca antes había sido dirección: José “Pepe” Mujica.
Señala además una causal de la situación de rehén, que hasta ahora había sido ignorada por todos los autores: fueron rehenes todos aquellos que intentaron hacer intervenir a los oficiales de ciertos cuarteles en la represión de los “ilícitos económicos” y teñir de “peruanismo” la derrota militar infligida por las fuerzas armadas a los tupamaros. La tesis no puede aceptarse sin mayores consideraciones porque algunos de los rehenes no pueden agruparse en esa categoría.
Finalmente, se repite en lo que son conocidas como sus tesis fundamentales: la derrota militar del 72 se debe a una “declaración de guerra” lanzada apresuradamente por un equipo de dirección que ató de esta manera, problemas logísticos causados por la fuga conocida como “Abuso” junto a la improvisación que cataloga de rasgo fundamental en la troika compuesta por Sendic, Marenales y EFH. En resumen un relato completamente diferente al establecido y conocido por todos. A esas tesis le agrega detalles “picantes” de los entretelones de las fugas posteriores al “Abuso”, que fueron dos.
La pincelada final lo dan sus andanadas críticas contra Samuel Blixen como autor de la biografía de Sendic a quien acusa de 230 inexactitudes, sin dar mayores detalles y, contra “los secretos”, múltiples de los que acusa a Jorge Zabalza al seno del aparato y para mantener el mismo.
Es obvio, además, que Amodio Pérez cuenta con aliados que lo proveen de publicaciones, artículos periodísticos y otra logística informativa. Y que busca además, nuevos aliados que aumentaran esa logística informativa. Uno de ellos –señala- producirá pronto un libro con él (Jorge L MARIUS MARTINEZ autor del libro “ La Tiranía de la Miseria” , Ediciones Cruz del Sur, 2013, 341 págs).
Estamos ante un hombre que reaparece 40 años después de una derrota política-militar, para defender su honor –que dice calumniado. Y que cuenta con los recursos que le dan la experiencia de esos cuarenta años, durante los cuales, contó con el apoyo de las fuerzas armadas uruguayas, los contactos internacionales de ésta y la colaboración (eventualmente protección) con las fuerzas de la misma inteligencia del país en el que reside. Una situación original e inédita que no dejará de llamar la atención de otros medios de comunicación más poderosos de los que actualmente utiliza. Se ha realizado la tramutación del “capitán Mandrake” en una especie de Edmundo Dantés (el Conde de Montecristo) de nuestro tiempo.
No hay motivo para creer en todo lo que dice, como había –anteriormente- motivo para dudar mucho de la visión “histórica” en varios tomitos que dio en su momento EFH. Habrá –por fuerza- que compararlas y confrontarlas.
Si los lectores tienen memoria, recordarán la “condena al silencio” con que se quizo sancionar y eliminar su aparición repentina. Condena que le impusieron ciertas publicaciones “progresistas” (Brecha, particularmente) hasta que un órgano de prensa burgués y un periodista con muy mala preparación para analizar “la historia reciente” les metió –periodisticamente hablando- “un gol de media cancha”. El incidente –de entonces, 2013- fue una demostración evidente de la miopía particular de ciertos círculos periodísticos, su larga cadena de prejuicios que les impidieron ver la realidad. Del mismo también participó algún órgano “alternativo” que pretendía hacer la comedia del análisis “fotográfico” de las imágenes que demostraban que Amodio Pérez estaba vivito y coleando.
Todo aquello es hoy “historia vieja”.
Amodio Pérez, esta con vida, saludable, como muestran las imágenes y dispuesto a dar una lucha contra sus innumerables detractores. Los únicos que tienen que temer son los que han mentido, no nosotros los observadores y lectores. Fue, como lo señalamos en varios artículos de polémica con Jorge Zabalza, durante ese año, una de las cinco “vacas sagradas” que componían la dirección oficial del viejo MLN-Tupamaros (Sendic, EFH, Marenales, Manera Lluvera y Amodio).
Era aquella estructura, una “unidad con tensiones” es decir una unidad contradictoria que les daba dinamismo. Todos ellos liquidaron aquella unidad y terminaron con las tensiones que les daban la posibilidad de dinamismo creador.
Liquidaron así el viejo MLN-Tupamaros.
Amodio, dentro de esa estructura vertical representaba el militarismo aparatista. Fortalecía el mismo con la efectividad y la planificación. Sendic, lo denominaba TACA-TACA, el hombre y la columna que aparecía con los recursos, cuando estos se necesitaban. Son hombres provenientes de esa columna –la 15- la que van a proveer a la organización luego de Almería de la mayoría, en los equipos de dirección, hasta el “Abuso”. Jessy Macchi que provenía de esa columna, se negó siempre a condenar a los hombres militantes de la misma, señaló -en sus recuerdos- que eran “excelentes compañeros”. El tiempo, sin embargo, fue imponiendo la definición de EFH, que los caracterizaba como “la línea bestia” opuesta a la corriente “humanista” que él decía representar. Después, con injusticia, se les achacó el “militarismo”.
Para nada compartimos esas simplificaciones, con pretensión descalificante. Existía en la columna el menosprecio de la teoría –Jessy Macchi lo señaló específicamente- pero esa era también una carencia que tenía repercusión en las alturas de la organización, en su cúspide política, el vértice de la pirámide.
Es la dirección la que debe recurrir a paliar esas carencias. No se hizo a pesar de que tenían el recurso de la coaptación de los “responsables”. En el PRT-argentino, el cuidado por la formación, educación y elevación política de los cuadros de la estructura militante, aún en el embrión de ejército, esas limitaciones eran combatidas. La deficiencia, por tanto, debe centrar su análisis, en las carencias mismas de la cúpula política. Jorge Torres, en su análisis “ Con la derrota en la mira” centra allí las limitaciones críticas.
Es también conocido –y sobran los testimonios individuales- que atestiguan “la traición” de Amodio. Ese es un hecho comprobado. Y sin embargo es más que probable que se atribuyeran en la “traición” cuentas y hechos de otros, algunos insospechables. La entrega de la “cárcel del pueblo” es una de ellas, y no es la menor, hay también, otras.
El “aparato mínimo” después de la crisis primera del 22 de diciembre, mostró rápidamente sus evoluciones perversas posibles. El “aparato” fue su concreción. Y ese “aparato” expropiaba a la militancia de su posibilidad efectiva de controlar la organización misma. De esa manera los militantes pasaron a ser simplemente instrumentos pasivos de las estructuras de dirección.
Amodio fue una parte muy importante en ese proceso de degeneración. Pero no fue el único. Y es por eso que su testimonio arrojará nueva luz sobre ciertos hechos que parecen establecidos y que seguramente han de perturbar a muchos. Quizás demasiados y, algunos, insospechables e inéditos.
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